miércoles, 4 de abril de 2012

Decir lo que sentimos



Hace unos días paseando a mi perro, viví una situación curiosa que me llevó a reflexionar.

Como cada mañana me fui a pasear al perro al parque que tengo cerca de casa y me encontré con los habituales. Esa mañana había una perra no habitual, y mi perro que está en plena adolescencia, la abordo durante un buen rato. En este tipo de casos, si el dueño no se molesta, le dejo que siga jugando. Pero si veo caras raras en el dueño o me dice algo, suelo coger al perro e irme, sin que esto suponga algún problema.

Ese día, el dueño de la perrita no me dijo nada, supongo que aguantó la situación hasta que me marché. Al día siguiente, cuando tuvo oportunidad de acercarse a mi sin que nadie nos viera, me comentó lo disgustado que se había sentido por el comportamiento de mi perro y que debía aprender a controlarlo y bueno, varias cosas mas que no viene a cuento que me molestaron bastante, ya que la forma y el tono en la que me habló, os aseguro, que no fue el adecuado. Le respondí que podía entender que le molestara y que otro día, por favor, me lo dijera al momento para que yo pudiera actuar, y así terminó la conversación.

En realidad el tema en mi cabeza no terminó. Estuve durante un buen rato reflexionando conmigo misma y algo enfadada .Lo que más me molestó es que no le había contestado lo que realmente sentía, es decir, que con su forma de hablarme, yo sí me había sentido juzgada y no respetada y creía que él debía aprender a decir las cosas en el momento en que ocurren, no después y de malas maneras. Lo peor es que al no expresar mis emociones, es decir la indignación en el momento por el aleccionamiento gratuito, estaba nerviosa, rabiosa, y no me extrañaría que otros que no tienes la culpa pagaran el pato. Y eso por desgracia, nos pasa a todos y ! pasa mucho!. En este ejemplo queda claro que me pasó a mí y también a él.

Al final, aquello que no decimos en el momento nos carcome durante horas, días o años, y nos invade produciéndonos ansiedad e ira, y entonces nos preguntamos porque nos sentimos así, y una de las preguntas que debemos hacernos es ¿siempre digo lo que pienso, sea bueno o malo?, ¿ sea a alguien a quien conozco o no? Eso nos llevará a un montón de preguntas más que habrá que dejar para otro día, por lo menos empecemos haciéndonos esta.

Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras. (William Shakespeare)


Georgina Trillas
Psicóloga y Homeópata

Foto:el-ser-bohemio.blogspot.com

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